No existe el bien, ni el mal. Todo es una cuestión de cómo se observe, todo. Según cómo lo vea, lo perciba y sienta será el mundo un pantallazo de luz o una rotunda oscuridad. Nada puede ser todo y todo puede ser nada. Un pájaro puede ocultarse o cantar en la oscuridad de la noche. Un problema puede derribar el mundo o ser la puerta a una nueva dimensión.


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La mente humana es una gran celda que nos pide a gritos poder liberarse. Los sentidos. La forma en que percibimos el mundo, son la llave para abrir esa gran jaula que limita entre nuestras concepciones morales, éticas y como se encuentra nuestra persona (Self) en el momento en que realizamos juicios sobre situaciones concretas.

Al opinar sobre algo, analizar, desplegamos un gran motor de conciencia que se ve influido directamente por nuestro presente y nuestro pasado. Lo que ya vivimos, es el punto de referencia para acercarnos a lo que creemos como una verdad. La cual realmente no existe. Nuestra actualidad es el modo en que le afrontamos.

No existe el bien, ni el mal. Todo es una cuestión de cómo se observe, todo. Según cómo lo vea, lo perciba y sienta será el mundo un pantallazo de luz o una rotunda oscuridad.

Como planteaban los sofistas en la antigua Grecia, la verdad es el cúmulo de opiniones distintas que converge en puntos en común. Pero no son más que meras opiniones. Una relatividad que atraviesa toda nuestra vida. Y al vivir una situación como placentera, dolorosa o incomoda lo que realmente estamos haciendo es ver desde lo que ya vivimos anteriormente. Estamos siendo subjetivos, estamos siendo humanos.

Sin embargo, saber de ello. Tomar conciencia de esa relatividad, nos brinda herramientas para poder superar situaciones que no nos conducen a buen puerto.

Siguiendo con esta visión que ya se planteaba a principios de nuestra época occidental, Aristóteles nos decía que todos nuestros accionares y formas de vida están justificando nuestra existencia bajo un fin común: la búsqueda de la felicidad. Transitar el camino de la búsqueda de la felicidad nos conduce a aceptar Responsabilidades Morales, Éticas y Políticas. Es ser virtuosos. Para elli, creamos normas para que todos tengamos derecho a perseguir ese objetivo. Somos animales políticos. Pero en el traslación de ese sendero nos suceden miles de cosas. Sentimos cosas muy disimiles en pocas horas, ni hablar en el tránsito de una vida. Vemos las mismas situaciones de modo distinto.

Aprender a observar de modo consciente y responsable es aprender a ver dónde estamos y ¿por qué estamos donde estamos? Con ello, podemos afrontar cualquier situación y superarla. Incluso la propia muerte, que es algo que nosotros no podemos controlar. Es dejar de controlar para poder ser de modo completo. Imagínese millones de personas siendo naturalmente con un objetivo común. Compartido. La sociedad se dibujaría de otro modo. Nuestra vida se encaminaría hacia un mar abierto, pero con la seguridad de un bote. Individuo/Sociedad.

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