Reflexiones

La fuerza de creer en uno mismo está en la posibilidad de saber que las cosas se pueden transformar para mejor.

Las cosas pueden cambiar de forma cuando uno decide cambiar la forma en que las miramos. Como sucede cuando dejo simplemente de usar Microsoft para usar Open Office. Es un cambio minúsculo, pero tan complejo.

Es cierto, solo son herramientas que utilizamos para poder realizar nuestro trabajo. Pero el cambio conceptual nos marea y en la vida en general nos sucede lo mismo cuando se nos presentan transformaciones. Nos mueven de la comodidad, de la seguridad. Y eso genera miedo. Temor a perder la estructura que nos mantiene estables. Pero solo es una percepción. Existen otras formas de observar lo que viene.

Cuando el cambio se vuelve parte de uno. Cuando uno aprende a cambiar. Acepta las transformaciones como parte fundamental. En el momento que decidimos. Porque cambiar es aceptar y toda aceptación demanda una compromiso. Una decisión propia. Al hacerse presente semejante proceso… el miedo se disipa.

Las dudas florecen, pero también las ansias de encontrar soluciones. Se comienzan a ver los problemas como una simple consecuencia de los actos. Aún cuando el azar nos afecte de forma positiva o negativamente. Es simplemente un empujón del Todo. Eso que no construimos, que está ahí. Que fue puesto ahí por vaya a saber uno quien. Pero esta ahí, aquí estamos nosotros ¿Que hacemos con ello? Transitar ese nuevo camino.

Como la compleja decisión que tomaron más de ochocientos alumnos al observar sus vidas, avivar la fuerza de la juventud y decidir: completar sus estudios. Adquirir una nueva herramienta para enfrentar la vida. Para pararse frente a ella, diciendo: “Aquí estoy, soy y participo”. Existo.

La fuerza de creer en uno mismo es la queme da identidad porque me mueve. Y ese movimiento es el deseo de sentirme mejor. De educarme. De progresar. Una decisión más complicada aún, cuando “los tiempo de libros sobre la mesa” se ven allá cercanos al ocaso. Sin embargo, es una forma de verlo. Con decisión, ellos lo convirtieron -el pasado 9 de diciembre – en ochocientos cincuenta sueños resplandecientes en el horizonte. Parados frente al sol. Esperando la luz y su calidez. Renovados en esperanza.

Decidieron cambiar. Transformarse. Mutar. Desarrollarse. Creer. Sobre todo, creer que se puede. Porque el primer paso para progresar es creer que es posible.

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