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Sumate a las «Historias de una tierra de fuego» por José Ernesto Mangifave. Las crónicas fotográficas narradas desde el fin del mundo. Parte I

El Canal de Beagle o canal Onashaga (canal de los Onas en Yamana), se extiende aproximadamente 646" crossorigin="anonymous">67172262249646" crossorigin="anonymous">321 kilómetros a lo largo de la costa sur de la isla Grande de Tierra del Fuego por un lado, y por el otro las islas Hoste y Navarino.

El 22 de marzo de 1826 Roberto Fitz Roy parte de Plymouth a bordo de su nave Beagle. Juan E. Belza narra en su libro de investigación histórica “En la isla del fuego”, como en febrero de 1830 ya en aguas fueguinas, algunos Yamanas le roban violentamente un buque ballenero a Fitz Roy, a quienes persigue sin tregua por el canal. Con motivos de asegurarse la devolución del buque, o aprovechando la situación, capturó en el camino algunos rehenes.

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Historias de una/historias-de-una-tierra-de-fuego-por-jose-mangiafave/" target="_blank" rel="noreferrer noopener"> tierra de fuego

Continúa relatando “Entre ellos a una indiecita a la que por motivos circunstanciales llamaron `Fuegia Basket´; a un muchachote de 20 años, `Boat Memory´; a un hombre robusto, `York Minster´, y a un chico de 14 años, el famoso `Jimmy Button´.” (Juan E. Belza, En la isla del fuego, tomo 1: Encuentros, p 68.)

Se los llevaron a Inglaterra y allí los evangelizaron y educaron, o al menos eso creían que hacían. Y hasta fueron huéspedes de la familia real y entrevistados por la misma reina quien les pregunto si eran caníbales. York y Fuegia murieron de enfermedades que no estaban preparados para combatir.

Boat y Jimmy en enero de 1833, junto con Fitz Roy, volvieron a su amado archipiélago fueguino a bordo de la Beagle, con la misión de iniciar la evangelización de los yaganes de la mano del catequista Richard Matthews.
“…desembarcaron en Wulaia, al oeste de Navarino, en donde edificaron algunas casillas. Instalados estos, partió Fitz Roy, pero algunas horas después, mientras navegaba observó en la costa a indígenas que huían con ropas y enseres de Matthews. Volvió inmediatamente a puerto y halló al catequista en estado lamentable, encerrado en su casa y aterrorizado. A pesar de las exhortaciones de “Button” que parecía el más fiel, los indios lo habían rodeado amenazantes, le tiraron piedras, le robaron todo lo que tenía y hasta lo maltrataron”. (Juan E. Belza, En la isla del fuego, tomo 1: Encuentros, pp 68-69.)

Así finalizó el primer intento de evangelizar a los Yamanas. Los misioneros aprendieron que con los hombres del fuego no iba a ser muy fácil. A Button no lo volvieron a ver nunca más y no fue el único fueguino que aprendió de la cultura de sus conquistadores y se las enseño a sus pares, hubo otros que hasta la usaron para luchar contra los propios intentos de conquista y evangelización por parte de los Ingleses o invasores extranjeros.
 



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