#Reflexiones A pesar de que vivimos, siempre hay un tambaleo. Sin embargo, todo venía bien en mi vida. Ni siquiera pensaba en ello. Un día desperté y casi sin darme cuenta, algo faltaba dentro de mi. No encontraba explicación. Era la crisis de los ´646" crossorigin="anonymous">67172262249646" crossorigin="anonymous">30.

De repente todo lo que tenía importancia, la perdió. Todo lo que tenía sentido, se esfumo. Y no podía explicarlo. Solo sentía en lo más profundo de mi una desesperación que no había sentido en mi vida. Era como que algo me faltaba y descubrí que era justamente eso que se había perdido: el sentido mismo de la vida.

Indagando, algo que nunca puedo dejar de hacer por mi condición profesional, fui descubriendo que no soy el único. Que mucho tiene que ver con la edad que tengo. Que se relaciona directamente con lo que denominan «la crisis de los 30». Esa crisis que -supuestamente- te obliga a repensar dónde estas parado, qué has logrado y hacia dónde vas.

¡Una crisis de mierda! ¡Porque está llena de generalizaciones, distorsiones y prejuicios que no te pertenecen!

Como suele suceder cuando entras en crisis, tristemente, empezás a dejar entrar las opiniones ajenas, lo que te dicen te importa (aún cuando hasta crees que no es así). Y escuchas a cada uno que lo único que hacen es hundirte mas en ese mar de incertidumbre que busca una respuesta de algo que no la tiene.

Porque no hay una respuesta. Lo único que hay en el medio es la vida. Y pensando tanto, se te termina yendo. Dejas de hacer lo que realmente te gusta. Por escuchar a otros, por tener miedo, por dudar. O peor: por el simple hecho de pensar y no actuar.

Lo bueno es que, como no puedo dejar de indagar e investigar porque es una parte esencial de mi vida desde que tengo noción de ella, descubrí que no soy el único; pero también descubrí que tampoco es tan mala la vida que tengo, sino que la vara con que la mido es mucho más alta de lo que necesito. Y justamente ahí reside la crisis: buscar algo que no necesitas, sino que te dicen que necesitas. Otra vez viene a mi cabeza la voz de eso estúpidos consejos de personas que cargan con frustraciones y uno las dejó entrar en su vida por un momento de debilidad, por la confianza y el tiempo de las relaciones personales.

Pero, al final, la vida es esto, lo que pasa ahora. Lo que tenés no es nada mas que momentos. Y cuando todo se vuelve material -este mundo hipócrita que te invita a que vivas en torno a ello, todo el tiempo- te terminas alejando de lo que te hace bien. Por millones de excusas. Porque no hay plata, porque no hay tiempo, porque no me te bien fulanito o fulanita, porque está lejos, por los hijos, porque estoy cansado, porque tengo que trabajar.

Y cuando queres ver, estas perdiendo lo único que no se puede recuperar en la vida: el tiempo. Porque lo que pasó, no se puede cambiar. Lo que pasó, pasó. Y ya está. Lo importante es lo que viene y -sobretodo- lo que está pasando ahora.

Así, luego de tres años de manijearla al pedo, de escuchar pelotudos y de cuestionarlo todo, poco a poco voy entendiéndolo: morir nos vamos a morir igual, pero si no vivo como quiero, voy a estar triste el resto de mi vida.

Por eso, aunque es inevitable encontrar nuevos problemas (hasta son necesarios para que la vida tenga diversión), he decidido volver a ser libre. No querer ser libre, sino serlo. Volver a ser yo. No querer serlo, sino serlo. Hacer lo que me gusta, no querer hacer lo que me gusta. En fin, he decidido que de aquí hasta el último de mis días me voy a dedicar a vivir. Por que si es un problema, tiene solución. Sino, no es un problema.

APORTAR en GVT Noticias