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Una pandemia, deuda externa, desinformación y malestar social son solo una parte de la Argentina de un «experimento de psicología social».

La crisis económica se acrecienta y junto con ella la crisis social. Las desigualdades comienzan ha pronunciarse de maneras pocas veces vistas en este país. A ello, hay que sumarle una pandemia que no sólo nos limita individualmente sino en todos los aspectos de la vida.

En ese contexto, hay un sector de la sociedad-que no pertenece a los que padecen las políticas de desigualdad- que promueven un discurso de odio, división y rencor.

Hay una reconocida serie experimento de psicología social de646" crossorigin="anonymous">67172262249646" crossorigin="anonymous">3%ADa%20de,un%20grupo%20de%20sujetos%20voluntarios."> Schachter y Singer(1962) donde hay se trabaja con dos grupos.

El primero de ellos se les suministra una droga y se le informa acerca de ella. En el segundo, se les inyectaba pero se los mantiene en la ignorancia con respecto a ello.Luego, un infiltrado comenzaba a incitar acciones dentro de los grupos.

Aquellos que conocían lo que la droga les provocaba, se hacían responsables de lo acontecido y descubrían que sus sentimientos eran parte del contexto.

Por el contrario, quienes no poseían dicha información, el grupo de los ignorantes (así le llamaban), reaccionaban en base a lo que ese infiltrado proponía. Dejaban que sus emociones sea manipuladas por lo que esa persona sentía, sólo por desconocer que había sido alterados con una droga.

¿Por qué doy este ejemplo? Porque la Argentina de 2020 vive una situación similar. En medio de un contexto desastrozo, hay quienes están informados sobre lo que sucede y hay quienes no. O para peor están desinformados o sobreinformados.

En el caso de Argentina, la desinformación y el odio serían «la droga que genera alteraciones en los sentimientos y emociones de los grupos». Mientras que los infiltrados serían quienes la difunden y manipulan esas emociones mediante desinformación o sobreinformación.

Hay dos medios que se ganan tranquilamente ese lugar de infiltrados, sobretodo porque siempre responden a intereses ajenos a los del país.

Y hay dos grupos. Dos tipos de personas que superan la grieta, las diferencias, tan sólo son personas que comprenden el contexto o personas perteneciente al «grupo de los ignorantes», citando el anterior ejemplo o como me gusta llamarlos: las víctimas de la edad media moderna. Los sobreinformados con mentiras.

Los que no logran comprender que la realidad es un constructor coyuntural donde el contexto lo es todo.

En ese segundo grupo, sólo hay un punto de unión: el odio visceral a una sola persona. Pero no puede expresarlo como tal.

Por eso, como sus emociones están modificadas por el efecto de la droga del odio, los infiltrados se hacen una fiesta difundiendo consignas tan ajenas a la realidad como incoherentes.

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Algunas de las que han producido son: Vamos a ser Venezuela, esto es una infectadura, la Vacuna Rusa nos va hacer comunistas, Todos Somos Vicentín, No queremos que se modifique la Constitución Nacional, No queremos ser «Valenzuela», estamos en contra del nuevo orden mundial, la pandemia no existe, acá no hay libertad, se embarazan para cobrar un plan,

Y los infiltrados…son los mayores responsables de poner a circular ese experimento de psicología social en la Argentina.

Todos estamos cansados, desesperados, angustiados y saturados. Ahora bien, hasta que no entendamos que el odio y la desinformación son las drogas modernas, esos espacios de manipulación van a continuar incentivándolos.

Fotos: PIRO4D / Alexas_Fotos

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