REFLEXIONES. En medio de una pandemia y consecuente crecimiento de la crisis social, el peligroso papel de la antipolítica va tomando lugar en el mundo. Y nuestro país no está exento de ello.

Que poder peligroso el de la antipolítica. Peligroso porque no solo esta desgarrando el tejido social, sino que esta alejando a las personas de las luchas que realmente tienen que dar. Porque, que un empresario que factura en dólares y exporta en esa moneda, se queje del papel del Estado no solo me parece entendible sino que hasta lo respeto. Tiene una realidad que lo lleva a tomar esa posición.

Ahora bien, que un trabajador que a duras penas llega a ser clase media este en contra de sus propios derechos criticando subsidios a los servicios (a los cuales accede), planes sociales (a los cuales accede), el papel de la educación y la salud pública (a los cuales accede), no puedo comprenderlo. Hace mucho tiempo que lo analizo y le juro que no le encuentro la vuelta.

Repito, si viene uno de los tantos empresarios que conozco y me hace un planteo de ese tipo, lo entiendo puesto que su realidad se basa principalmente en el sector privado.

Pero que un comerciante que vive gracias a que tiene subsidiados los servicios y su principal clientela son las personas que acceden a ese plan, defienda que el precio de la carne esté a 800 o 900 pesos… le juro: no logro entenderlo.

La guerra cultural es muy profunda y la antipolítica tiene un papel clave porque en la ruptura de ese tejido social hace que se pierda la pertenencia de clase.

El peligroso papel de la antipolítica hace que, cuando doña Florinda se olvida que vive en la vecindad, empieza a ver a tod@s como chusma.

Foto: 4/">stevepb 

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