REFLEXIONES. El peligroso papel de la antipolitíca nos lleva a discutir temas fuera de tiempo. El miedo al comunismo es uno de ellos, pero es tan solo una herramienta que sirva para evitar discutir lo que realmente importa.

Ya se han cumplido más de 30 años desde la caída de la Unión de Repúblicas Soviéticas, sin embargo, el discurso anticomunista sigue vigente. No solo eso, sigue siendo útil para justificar lo injustificable.

Cabe pensar que Rusia y China, principales sostenes de ese paradigma político, en la actualidad son países capitalistas. De modos distintos al que se ejerce en los Estados Unidos, Europa y los países occidentales. Totalmente, pero son capitalista.

Solo resta ver que las vacunas creadas por ambos países fueron comerciadas, a precios más justos que algunas creadas en EEUU, pero con precios en dólares.

El tema es que «El miedo al comunismo» sigue garpando. ¿Por qué? porque es una herramienta sumamente eficaz para disipar errores del sistema capitalista. Para evitar la crítica. Y sobretodo, sirve para que la hegemonía política y económica continúe centrandosé en quienes manejan el mercado.

En el medio, estamos nosotros, l@s latinoamerican@s. Países subdesarrollados, o «mercados emergentes» como gusta definirnos ahora. Sin embargo, más allá de esas definiciones, la verdad es que continuamos en la periferia. Y nos obligan a continuar siendo proveedores de materias primas en lugar de dar espacio a la industrialización que tanto propone el dios del mercado.

Y ahí es cuando «el miedo al comunismo», se vuelve más redituable. En un sistema basado en la especulación más que en la producción. Con un mundo con una deuda externa que supera el 300%. Con una realidad donde la productividad del mercado esta en decadencia por sus propias reglas especulativas, las sociedad comienza cuestionar el sistema.

Y cuestionar implica respuestas. Respuestas que los responsables del mundo de hoy, no están dispuestos a dar. Retrotraer la historia, renacer viejos fantamas se vuelve una herramienta clave, para desviar el eje.

No basta investigar mucho para darse cuenta que esto es así. Y nuestro país no se encuentra exento de ello. Mauricio Macri durante 4 años de mandato flameó la bandera del «miedo a ser Venezuela», desmantelando el aparato productivo, duplicando la cantidad de planes sociales y endeudando el país a niveles que varias generaciones pagaran por ello.

Y eso se repitió en Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil. Tanto el endeudamientos como la desintegración de la matriz productiva. Y sabe que otra cosa se repitió: «el miedo al comunismo» como herramienta para disipar críticas. Hasta el Estado Unidos de Donald Trump lo utilizó.

Mauricio Macri,
Durante sus 4 años de mandato, Mauricio Macri habló del miedo al comunismo como un problema real en la Argentina. Mientras hablaba de Venezuela y creaba el nefasto Grupo de Lima, aportaba armas para generar un Golpe de Estado en Bolivia y desmantelaba el aparato productivo en la Argentina.

El miedo al comunismo: Argentina nunca fue, ni será comunista

Analizando la historia Argentina, uno descubre que no existe chance alguna de que nuestro país sea siquiera algo cercano a dicho modelo. El argentino promedio es capitalista. Algunos creen en un modelo con Estado de Bienestar, otros en un Estado que deje espacios al «libremercado».

Pero la gran mayoría comparten las reglas del capital. Es más, ni siquiera existe una izquierda que proponga electoralmente salidas realmente comunistas. Socialistas en todo caso, que es la versión capitalista. Pero la salida roja ni siquiera es una opción.

Sin embargo, enarbolar esas banderas, hace que se discutan temas ajenos a nuestra realidad. Ya paso con Vicentín. Donde tomaron deuda a mansalva, le hicieron un paga dios al Estado y a los acreedores (y peor, también a los productores), fundieron la empresa y pidieron ayuda al Estado. El Estado quiso intervenir la empresa y «el miedo al comunismo» (ese fantasma que se visualiza desde hace una década en las tapas de Clarín) impidió el salvataje. Ahora, la empresa está fundida, fugo los capitales y los productores no van a comprar.

Otro ejemplo, es el del ultraconservador y reivindicador de la dictadura militar, Javier Milei. Que se disfraza de libertario pero propone medidas ultraconservadoras, violentas y recibe aportes del Estado. Pero eso no es todo, frente a problemáticas serias como lo es el calentamiento global, sostiene que es una mentira. Si, eso. Que es un «invento del socialismo». Otra vez… el miedo al comunismo.

¿Se entiende a lo que voy? Mientras nos distraen con chiquitajes y montajes de otros tiempos, estamos perdiendo oportunidades reales.

Un país en serio, se debate con propuestas y debates en serio. Mientras sigamos discutiendo como niños de primaria y digiriendo discursos fuera de tiempos, seguiremos discutiendo «el miedo al comunismo», en lugar de como reconstruir el país en medio de dos pandemias. La del coronavirus y la que nos dejó el macrismo.

Porque la salida es con capital, pero productivo. Es dejar de lado el modelo oligárquico agroexportador de 1880 y 1930, para pasar a un modelo productivo e industrial real. Pero si como sociedad no maduramos en estos debates, difícilmente lo logremos

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