Una pregunta que invita a reflexionar sobre el mundo entero en que vivimos y -sobretodo- la forma en que lo habitamos. ¿Hoy es realmente posible? Encontremos una respuesta juntos.
Más que respuestas certezas, este interrogante abre más preguntas y las mismas otra cadena. La única menera real de encontrar respuestas: haciéndose las preguntas correctas.
Por eso, me pareció interesante este debate que se propone. Si uno se pone a pensar el ordenador, el móvil y el mundo digital forman parte integral de nuestras vidas. Desde el despertador de cada mañana, hasta el dinero digital con el que pagamos y accedemos a descuentos hasta la paradójica lectura de este texto que habla de vivir sin ordenador mientras redacta palabras de índole digital.
Quizás, para encontrar una primera respuesta deberíamos preguntarnos: ¿en qué nos beneficia el ordenador y en qué nos resta?
Los beneficios están a la luz del día. Nunca hemos tenido más facilidades de acceso a la información, pago de cuenta y realización de transacciones, comunicaciones en directo, solución de problemas rápidos y puedo continuar.
Pero hablar de vivir sin ordenador, sin móvil, sin el mundo digital, regresando al nostálgico pero histórico mundo de lo analógico pone sobre la mesa el primer gran problema de lo digital en sí. Que, valga la redundancia, resulta nuevamente en una paradoja, puesto que nunca hemos estado tan intercomunicarnos como hoy, conectados al instante… pero a la vez tan solos que caemos en una especie de narcisismo individualista que -citando a Eric Sadin- nos vuelve tiranos. Ajenos a la empatía, lejanos del otro en el mundo material.
Y ahí surge otra pregunta: ¿Si construimos el mundo digital para unirnos, para interconectarnos; por qué el sentimiento de soledad y aislamiento es cada vez más profundo? Y estoy seguro que no es algo que yo profetizo, ni tampoco he descubierto algo nuevo. Se trata de una realidad que se vive en el día a día. Desde el aumento de la ansiedad hasta los accidentes por estar distraídos mirando esta enorme caja de Pandora que -aunque lo neguemos- es sumamente atragante. Tiene una energía que nos demanda una atención que se diluye, incluso en las cosas más cotidianas.
Entonces, me surge un nuevo interrogante: ¿volver a lo analógico, vivir sin ordenadores, es posible hoy en día?
La realidad es que si. Complicado. Más complejo que nunca; pero es posible. Es más mucha gente lo hace… ¿pero por completo? Umm… lo dudo. Son muchos los beneficios y facilidades las que brinda.
Creo que la respuesta a estos interrogantes brinda una respuesta haciéndonos otro: ¿es necesario entregarnos todo el día a lo digital? ¿No nos vendría bien como individuos, como grupo, como sociedad recuperar antiguos hábitos que nos hacían más humanos? Decirnos las cosas en la cara, pensar antes de hablar, saber que al frente hay un otro -con problemas, con sentimientos, emociones, con una vida- que recibe lo que le digo y le afecto.
Y si en lugar de dejar el ordenador y caer en el fundamentalismo extremo, ¿comenzamos a recuperar nuestra humanidad?
Usamos lo digital como una herramienta, como lo que realmente es y recuperamos los vínculos. El simple hecho de estar aburridos bajo el sol. Sin saber qué hacer. Conversar con el otro, pero escuchando. Sin estar pensando la respuesta, sino dejando que fluya.
Creo que esta última es una observación real a la que puedo llegar, pero no sin antes generar un último interrogante: ¿vos crees que es así? ¿Encontras una alternativa?
Comencemos a ser humanos, déjame tu comentario…
APORTAR en GVT Noticias