#Reflexiones Cuando la economía se adueña de la política, los derechos sociales se transforman en bienes de uso. Con devaluación temporal, con depreciación especulativa.
Cuando la economía se adueña de la política, la ciudadanía se convierte en una mera masa trabajadora. Con el fin de cumplir los antojos del sistema financiero.
La moneda no es más que un medio para un fin. Y el fin justifica todos los medios, por lo que todo vale.
Cuando la economía se adueña de la política, los políticos son apolíticos. Y se vuelven tan peligrosos que hasta ocultan sus verdaderas intenciones para triunfar.
Llas personas no se ven como parte de una sociedad. Sino más bien como parte de un mercado, donde el individualismo es la regla.
No hay futuro posible. Al menos no para una sociedad, porque la política rige las normas sociales y la economía la productividad.
Cuando la economía se adueña de la política, la productividad importa más que el bienestar. La rentabilidad más que los derechos e inversión más que los trabajadores.
La sociedad se deshumaniza. Como sucedió en el comunismo. Como sucedió en el nazismo. Como sucedió en el fascismo. Porque economía y política son dos cosas distintas. Que trabajan en conjunto, pero que es necesario distinguir.
Las hipocresías son vendidas por televisión y la gente compra ideas cual si comprara un nuevo lavarropas.
La deuda incrementa indiscriminadamente. Los valores que rigen el mercado se adueñan de la vida social. Y todo vale, pero para unos pocos. Los dueños de la economía que se adueñan de la política. La visten de anti-política para quitarle su verdadero rol.
Cuando la economía se adueña de la política, se pierden las esperanzas. Porque la economía no es esperanza, es especulación. Es pánico. Es miedo. Es control sin control.
APORTAR en GVT Noticias