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Desde los medios locales intentan instalar la idea de una «dictadura» en la Argentina, sin embargo -en medio de la pandemia- nuestro país es de los poco que han logrado mantener la institucionalidad. Bielorrusia, Hungría, Ucrania, Bolivia, Estados Unidos.

Mientras en Bielorrusia se finalizaban una elecciones cubiertas de dudas, en las calles la policía reprimía a los manifestantes que denunciaban fraude y encarcelaban a periodistas que cubrían el evento (incluso denuncian cortes de Internet en algunas regiones). La principal opositora debió abandonar el país por seguridad.

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Por otro lado, de este lado del charco, Donald Trump debía abandonar una conferencia de prensa por un tiroteo cercano a la Casa Blanca, mientras en Chicago se daban saqueos y enfrentamientos a los tiros con la policía. Por otra parte, el presidente obliga a que se venda una empresa extranjera como Tik Tok porque motivos más que personales: arruinaron su primer acto de campaña gracias a dicha red social. Todo en un contexto donde las protestas sociales incrementan y la represión también.

En el Líbano, el presidente debía abandonar su cargo y renunciar porque el pueblo se levantó ante todo el sistema político luego de las explosiones en el puerto que son de público conocimiento. Los ciudadanos han puedo papeles con cuerdas para «colgar a sus políticos».

La caída del gobierno libanés se da luego del fracaso del proyecto de Diab para convocar a elecciones anticipadas y discutir en dos meses una reforma del sistema político sectario, el principal reclamo de las protestas. El Congreso, símbolo del sectarismo, no hizo lugar a esos planes.

LPO

Mientras tanto, en Hungría y Ucrania, gobiernan partidos de extrema derecha que han disuelto el Congreso de manera abrupta.

En España, el Rey abandonó el país en medio de un escándalo de corrupción que ha generado marchas donde se cuestiona la monarquía.

En Bolivia, el Gobierno de facto busca suspender las elecciones en medio de una creciente crisis social y sanitaria. Las protestas sociales se incrementan y el gobierno de Yañez amenaza con «meter bala». Un gobierno que llegó por la fuerza, pero que muchos se niegan a llamar «dictadura».

Por su parte, en Chile, la represión, la crisis social y las manifestaciones se han dado durante todo el año. La creciente desigual y apatía del Gobierno basado en políticas neoliberales acrecientan la tensión mientras desde el Estado continúan respondiendo con más represión.

En Brasil, su presidente sostiene que el COVID-19 es sólo una «gripesinha». Aún cuando ya se cargo la vida de más de 100.000 personas y hay más de 2.000.000 de casos positivos. Se da en un contexto, donde se intento gestar un autogolpe de Estado. Buscando instaurar lo que el propio Bolsonaro defiende y Valoriza abiertamente: la dictadura militar que goberno Brasil desde el 1 de abril de 1964 – 15 de marzo de 1985.

Mientras tanto en la Argentina

En todo ese contexto, en medio de la pandemia, Argentina tendrá una pérdida del -12,9% de su PBI, incrementa el desempleo y la incertidumbre.

Sin embargo, más allá de acciones policiales puntuales (que hay que juzgar), el Estado está presente… pero no para reprimir, sino para intentar llevar adelante este complejo país. Que ya venía hundido por la tormenta del marxismo, el bono de 100 años y la vuelta al FMI, sin hablar de dos años y medio de redención continúa; y un plan determinado de modificar la producción por la timba financiera.

En ese contexto, nuestro país aún continúa sereno. La institucionalidad sigue garantizada.

En un mundo convulsionado donde hasta la principal potencia está tomando brotes dictatoriales (léase la obsesión por TicToc) frente a levantamientos sociales más contundentes. Acá, la presión social no para de crecer. Sin embargo, la palabra dictadura sólo sale de la boca de quienes curiosamente apoyaron en silencio el golpe de Estado en Paraguay, Brasil y Bolivia en menos de 10 años.

¿Por qué resaltó esto? Porque no es mera casualidad. Las papas es tan que queman en todo el mundo. Básicamente, el sistema se está yendo ya sabe donde.

Sin embargo, aunque seguimos en subida y con viento en contra, eso acá no se da, ni se va a dar.

Los y las argentinas no queremos eso, el Estado no quiere eso. Acá el Gobierno negocia. Fuerte, a veces se sobrepasa (y debe criticarle y juzgarse esos accionares), pero estamos muy lejos de volver a ese mundo caótico donde el Rey escapa, mientras la policía reprime de forma constante y vehemente para mantener un «supuesto orden social» que sólo beneficia a unos pocos.

Estamos muy lejos de eso… que pasa en América, Europa, Asia, África «volver al mundo», o construimos uno mejor o mejor nos quedemos donde estamos.

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