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REFLEXIONES. Pertenecemos a una generación donde la única certidumbre es que vamos a vivir en la incertidumbre.

Incertidumbre de saber si vamos a crecer, acceder a una casa o simplemente conseguir un trabajo estable.

Uno donde la esperanza es un motor individual para darle sentido a un mundo que se encuentra carente de él. Ya que la sobreinformacion nos sume en un aislamiento que nos aleja cada vez más del otro. La comunicación y la socialidad se deshumanizan. Ya ni siquiera eso es una certidumbre.

La incertidumbre de hablar con otros sin saber si van a ofendernos, agredirnos o dejarnos de hablar para siempre por pensar distinto.

La falta de certezas en la economía, en el medio ambiente, en todos los cimientos. Incluso en los que estaban comentados en la revolución francesa de 1789, el Contrato Social. Lo más básico.

Los derechos se vuelven cada día una utopía más distante donde los propios damnificados atentan contra sí mismos. ¿Qué certezas pueden existir en ese mundo?

Si hace le agregamos vivir en un país donde estamos endeudados, con el 60% bajo la línea de pobreza y con una elite que desde 1826 trabaja para intereses ajenos al paísR30; ¿Qué certidumbre se puede encontrar?

Lo único certero en este mundo es la incertidumbre. Y no se trata de ser argentino o argentina. Es el mundo entero. Uno donde las reglas más básicas se han quebrados. Ya ni siquiera el capitalismo, sistema mundialmente establecido, es certero.

El hecho mismo de sentarse a pensar la realidad parece un absurdo. Y aún así, la esperanza sigue vigente. Es que es lo único que le da sentido a un mundo que camina ciego a su autodestrucción.

Sin esperanza, sin acuerdos, sin algo de certidumbre no hay pueblo, ciudad, nación o planeta posible. Sin embargo, el mundo que se nos presenta se basa la falta de ella.

Y el mayor responsable de esto es el odio. El motor que ha renacido como una flor cancerosas que se riega a diario por quienes se benefician de la incertidumbre.

Lo único certero es el alma, la cual es única y no tiene precio. La cual nos viene dada y podemos cultivar para darle esperanzas al porvenir.

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