Reflexiones: La muerte de la Noticia. El rol del periodismo en el Siglo XXI. La inmediata necesidad de reflexión sobre una tarea fundamental.
Para pensar, para opinar sobre cualquier cosa, primero es indispensable informarse al respeto. Pero no tomar la información de manera cómoda; aquella que ya está elaborada de forma intencional para evitar critica. Si no recurrir a las diversas fuentes. Ver los distintos puntos de vistas y aristas que la componen. Es verdad que los tiempos que corren demandan velocidad, pero ir rápido no implica mentir. Eso es una decisión meramente intencional.
Algo que se ha perdido en la actualidad, es el concepto de Periodismo como tal. No porque la objetividad periodística se haya esfumado -más bien nunca existió más que como idea romántica-, sino porque la tarea de informar se ha deformado. Se ha desvanecido el camino de la información, la tarea de informar. Se la ha reemplazado por la tarea de la manipular, de manera explicita. Sin tapujos: la muerte de la Noticia se hace presente.
La de mostrar un solo lado de la realidad. De jugar maquiavélicamente con la cotidianidad. No digo que esto no sucediese desde hace mucho tiempo atrás, simplemente que hoy es más evidente y el trabajo es meramente consciente por parte de los Comunicadores Sociales. La polaridad del espectro informático, se da en un claro juego dual donde las dos caras -que buscan dividir en solo dos caras el espectro- actúan de manera consciente y organizada. Mal intencionada.
Dibujando la realidad según conveniencia sectarias que no están dispuestas a sentarse en un mesa a dialogar. Confrontación. Repito. Nicolás Maquiavelo en el siglo XXI aplicado de forma voraz. Devorándose el rol del periodista como tal, convirtiéndolo en un mero opinador serial. En un supuesto ser «apolítico» que es más político que cualquiera. La teoría de acción política de Mauricio Macri. Como los es Feinmann, como lo es Nelson Castro, como lo es Víctor Húgo Morales. Personas trabajando para empresas de información que tienen más intereses particulares que sociales.
Seguramente nos engañaran diciendo que representan los intereses del pueblo, pero a la hora de informar -dejan en evidencia- que no es así. Porque omitir información y mentir, son dos acciones que pueden considerarse como sinónimos.
Al menos en términos cualitativos. Porque omitir la verdad, es hacer de cuenta que esta no existe. Que lo sucedido no está. Y ello es mentir. De otra manera. Más cínica. Más brutal. La otra manera de mentir, es sacar de contexto las palabras. Alejarlas de lo que realmente sucedió, recortar lo dicho y acomodarlo a las necesidades del medio que informa. Como lo ha hecho Clarín esta semana con el tema «Kicillof e YPF» y «Superclásico y Berni». Algo que siempre sucedió. Pero el periodista, la persona que ejerce el periodismo como tal, ha perdido por completo el sentido de su profesión. Tampoco hay que decir que todos los periodistas son así, siempre existen quienes ejercen su profesión de modo responsable y sobreviven a estos momentos de crisis superando los intereses de un medio.
La tarea de informar. Ser políticos del pueblo.
Informar es pensar en el otro. Es saber que lo que uno dice y no dice, tendrá repercusiones en la sociedad. En lo que a mi respecta, tanto Clarín, como C5N o la TV Pública, me parecen exactamente igual. Tres posturas sobre dos perspectivas. Una la que representa el odio hacia una de las partes. La critica sin mesura, sin conciencia. La otra el supuesto amor y el odio a esa parte que genera odio.
A la edad de la mediocrácia. De los objetivos medios. La muerte del arte. De la muerte de la política. Los ideales. De los sentimientos reales. Y como no podía ser ajeno, la muerte de la noticia como tal.
La critica supuestamente constructiva, progresista que tampoco informa. Y en el medio, una postura que toma las dos partes pero calla tanto de un lado como del otro. Se muestra liberal, pero -en su seno- es meramente conservadora por lo que en lugar de informar, intenta «crear noticias» que no tengan contenido real, sino que ocupen el espacio informativo. Manteniendo a las personas entretenidas, pero no informadas. Entretenimiento e información son antónimos.
El siglo XXI es un tiempo de cambios y transformaciones muy profundas. Algunos dicen que atravesamos una nueva edad media. Y si pensamos en términos filosóficos lo que «Edad Media» significa, claramente algo de cierto tiene dicha teoría especulativa de la realidad. Es que «Edad Media» es aquella donde la sociedad que se estanca en un paradigma estático, conservador que se mantiene en el poder y atraviesa todas la áreas de la vida social. Como sucedió durante mil años en el mundo occidental. En ese tiempo, la información era un bien preciado.
En nuestro tiempo, la información es un bien despreciado. Un objeto dirigido a objetos, con un flujo incesante que termina por hacer perder el sentido de la misma y nos mantiene ajenos a la realidad. Sumergidos en un pseudo progresismo que se basa en lo material, pero nos mantiene sujetos a la mediocridad. A la edad de la mediocrácia. De los objetivos medios. La muerte del arte. De la muerte de la política. Los ideales. De los sentimientos reales. Y como no podía ser ajeno, la muerte de la noticia como tal. Del rol del periodista como supervisor de las acciones del sector publico y privado.
Imagen: recursosculturales.com
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