Nos vendieron odio disfrazado de alegría. Para explicar esto, simplemente voy hay reflexiones claras. Como la siguiente anécdota personal que evidencia lo que quiero decir. Algo que me paso con alguien que quiero mucho y que evidencia el nivel de manipulación que padecemos hoy.
Era un día martes como a las 23:35hs. Después un largo día de trabajo, lograba relajarme un rato.
Recién salía de bañarme y me tire un rato a ver televisión y ver algunas publicaciones de amigos en el celular.
Por suerte estaba muy relajado después de un día largo. De repente, de la nada, suena el teléfono.
¿El numero? una tía que no me llamaba por teléfono desde hacía más de dos años.
Nos vendieron odio disfrazado de alegría
Al sólo ver la llamada, lo asocie inmediatamente a una tragedia. Me dije: le pasó algo a mi tío o le pasó algo a mi madre.
Es que un llamado similar había sonado un viernes de diciembre, contándome que mi padre había sufrido un infarto marcando una navidad distinta en 2017.
La sensibilidad había quedado latente y -el largo tiempo sin que me llamase esa tía- hizo esperar lo peor.
Sin embargo, tras un saludo frío y rápido, disparó: «¿Te acordas que vos hablabas del problema en Salud? Estoy viendo Fantino y es mentira lo que decís. No vez que son unos ladrones».
Con la sangre congelada, fría, cansado por la hora y tenso por esperar una noticia que gracias a dios y -al universo- no llegó a ser real, respondí fríamente:
– ¿Hace cuánto que no me llamas? ¿sabías que ya pasó más de 2 años? Y me llamas a esta hora. Yo pensé que le había pasado algo a mi mamá o al tío. Vez lo que te digo…te están haciendo odiar…Y estas entrando sin pensar. Mira la hora que es y me llamas para decirme lo que dijo vaya a saber quién en «Animales Sueltos», habla de algo que vos desconoces.
Ese día, finalmente lo comprendí en profundidad: el discurso del odio difundido ha trascendido cualquier tipo de racionalidad.
Sobretodo porque hoy, Salud ya ni siquiera es Ministerio.
Porque sacaron vacunas, porque desmantelaron el ya precario sistema de Salud Pública…Y en lugar de ello, esa persona que siempre me dice que es «apolítica», en lugar de visualizar esa situación, decidió llamarme -con su cólera- en el momento menos indicado.
No le juzgo personalmente, al igual que miles de argentinos y argentinos, simplemente es una víctima más del «discurso del odio» que irrumpió en los vínculos familiares, grupales, sociales con la finalidad de desintegrarlos. Desunirlos.
Porque si algo ha cambiado en estos tres años, es que no se debaten ideas…sino «egos enojados» dispuestos a matar por tener la razón. Siempre enfrentándolos en dos postura, en un eterno «River – Boca».
En el medio, como dijo el presidente: «pasaron cosas». Como una devaluación nefasta, un aumento de precios, servicios y etc. Todo sube menos los salarios.
Mientras los trabajadores se pelean, desmantelan el Estado.
Ese que odian sin sentido pero que ha formado a los profesionales de confianza que los atienden.
Ese que odian, pero que hacía que el consumo se mantuviese vigente. Que la cadena de pagos no se detenga.
Mientras tanto, mientras rompían los vínculos sociales, los debates sociales transformándolos en eternas peleas sin racionalidad; el Estado comenzó a desmantelarse. Se entregó la soberanía de manera descarada.
Tan fuerte que se tomó la deuda externa más grande de la historia. Se le pidió perdón a España por independizarnos.
Tan descarada que la final de la Copa Libertadores de América se jugará en España. Simbólicamente,algo muy fuerte.
Y se puede seguir durante horas con los miles de hechos insólitos que han sucedido.
La ausencia de la racionalidad individual es producto de algo pensado minuciosamente.
Algo tan fuerte que juega con las emociones humanas.
Algo tan fuerte, que hizo que gente que siempre quiso dejase de hablarme durante años, sólo por decirles que esto iba a suceder. Por decirles que nos están haciendo odiar unos a otros para evitar la realidad.
Ese es el cambio real. Y se vive en Argentina con Macri,en Brasil con Bolsonaro. En el continente latinoamericano.
Algo tan oscuro que hizo que una tía, que nunca hizo algo asi, me llamase a medianoche -después de 2 años- para descargar su indignación y hacerme pensar que algo le había pasado a mi madre…cuando en realidad la que estaba languideciendo, era la racionalidad argentina. Nos vendieron odio disfrazado de alegría y nos hicieron creer que era nuestra culpa.
Foto: Lars_Nissen_Photoart
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