Las protestas ante las injusticias modernas se daban a lo largo del mundo. Junto a ello se construyó -o se revivio- un fantasma que permitió que nos avasallen y nos pasen por encima durante más de 70 años: El Fantasma del Comunismo. Un negocio redondo para satisfacer la necesidades de un sistema, cada vez, más decadente.
Un espectro discursivamente construido para justificar lo injustificable, mientras los que construían ese discurso realizan tratados por atrás.
Quizás por ello, no es casualidad que el principal soporte del presidente de la principal potencia, Estados Unidos,haya sido denunciado por John Bolton de realizar acuerdos con China para ganar la próxima elección.
Es que el comunismo es una trampa perfecta para el sentido común. Genera un miedo insolasyable, da lugar a tomar medidas únicas (como las tomadas en Estados Unidos desde 1945 a 2020, invlusive), justifica golpes de Estado (como los que se dieron desde 1955 en todo el continente latinoamericano, africano e -incluso- en Medio Oriente).
EL FANTASMA DEL COMUNISMO, UN NEGOCIO REDONDO
El comunismo es un negocio tan grande que la Rusia de hoy es capitalista, ni hablar de la China del siglo XXI.
Pero eso es secundario, lo trascendental es la guerra cultural. Esa que se da y se dio en las películas de Hollywood, en las que dan los medios de comunicación en el día a día buscando despertar ese medio que nos mantuvo sujetos durante tanto tiempo a soportar lo insoportable.
Hijos muertos en la guerra, hambrunas, concentración de la riqueza, desigualdades inhumanas, ignorancia como paradigma.
El miedo es el símbolo de esa hipotética guerra nuclear que nunca sucedió porque nunca existió. El miedo era el negocio, no lanzar los misiles.
Hoy, en medio de una Pandemia, luego de cuatro años de escuchar la supuesta posibilidad de transformarnos en «Venezuela»; descubrimos que en los planes del país del norte americano siempre estuvo en sus planes invadiendo para asegurarse y garantizar el comercio de petróleo a un precio que a ellos les interese y guste; pero además, más allá de lo que usted piense de sus gobernantes (su modelo actual no le gusta ni a los chavistas) sirvió como la excusa justa para instalar de nueva esa guerra psicológica.
Y es psicologica porque los comunistas fueron exterminados durante la dictadura, por ejemplo en la Argentina,y hay tanta posibilidad de que gobierne como la de que el catolicismo venza al budismo en India, Bangladesh y China.
Porque la batalla cultural fue vencedora. El ideario común del latinoamericano (al igual que el del argentino) tiene en su cabeza las ideas de un sistema educativo anticomunista con más de 100 años de vigencia.
Sin embargo, el fantasma del Comunismo, ese miedo irracional es rentable. Porque de nuevo justifica lo injustificable. Justifica a gente rompiendo un estatus sanitario en medio de una Pandemia, justifica el odio irracional a un tal Soros, justifica a los antivacunas, anticuarentena, antiperonistas, anticomunistas, tierraplanistas, anticristina, anticafeconleche, justifica el odio a lo que sea.
Porque la persecución al comunismo era eso. Y lo sigue siendo: una simple herramienta de adoctrinamiento cultural para aceptar lo que de otra manera no aceptariamos.
Y ese miedo, también lo usaban los comunistas. Era un eterno y rentable River- Boca completamente útil.
SIGLO XXI: EL MIEDO A LA SÍNTESIS POR PARTE DEL SISTEMA ANTE UNA SOCIEDAD QUE PIDE UN CAMBIO REAL
En medio de tantos conflictos internacionales y locales, aumento de la pobreza, la desigualdad, la concentración de riquezas y recursos; la sociedad como ya paso en la revolución francesa – Por dar un ejemplo- se encuentra en un momento bisagra de la historia donde el cansancio lleva a que se proclame nuevas demandas.
El tema es que no todos saben expresarlas, mucho menos pensarlas. La educación no les dio esas herramientas… pero si les dio la capacidad de odiar, la que les enseñó el sistema bipolar. Para eso se creo.
Hoy, estamos en las puertas de un nuevo renacimiento. En la salida de una nueva Edad Media, donde lo que nos gobierna, no entiende la sociedad. Las leyes están fuera de tiempo. Los adultos están más de un siglo de distancia en pensamiento de los jóvenes. Donde las necesidades de la humanidad están muy lejos de lo que el sistema nos propone.
En ese contexto, el fantasma del Comunismo, es la herramienta fundamental para seguir hablando de un «cambio» cuando en realidad hay muchas generaciones que le tienen pánico.
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