Un punto de quiebre histórico. Una pandemia y el miedo. El fortalecimiento de los extremistas. El mundo en crisis con una herramienta fundamental: el odio. ¿Y nosotros dónde estamos?
Ayer veía unas imágenes tan desagradables. Me hicieron mal. Un hombre con una ametralladora disparando en plena calle a personas de color por ser «supremacista». Luego paso entre medio de la policía mostrando la ametralladora pero con los brazos en alto… y nada. Se fue caminando como si nada.
Parece una escena de película, pero… es la realidad.
«El Mundo» volviendo al pasado. Esa escena es extrema, pero es algo que se está dando a lo largo del planeta. Y no estamos exentos. No somos el Estados Unidos de Trump. No tenemos guerras, ni una sociedad educada para la guerra. Con un sistema basado en la guerra. Y para que allá una, lo fundamental es una emoción: el odio.
Ese que es visceral y sin argumentos. Florece desde dentro como un cáncer que destruye lo que toca. Ese que habla de ser Anti algo por el solo hecho de que eso exista. Las dialéctica de la vida pero sin lugar a que Hegel juegue con su síntesis.
El mundo en crisis por el odio.
Ese que es visceral y sin argumentos.
Por este lado, en Argentina, están queriendo llevarnos a lo mismo. No van a poder porque somos un país pacifista -dentro de todo-, nos han educado para vivir en paz. Hablamos de la guerra como un hecho ausente en nuestra realidad. Aún cuando las tuvimos y recordamos, pero para que no vuelvan a suceder.
Eso si, vamos a tener que trabajar el tema del odio porque sino nos van a desmadrar. Y si uno presta atención a lo que está sucediendo en el mundo, descubrirá que ese cáncer está volviendo a gobernar.
Hay una crisis de poder histórico y están dispuestos a todo para ganar. A todo. Ahora bien, nosotros como país: ¿dónde nos vamos a parar?
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