REFLEXIONES. Tras una pandemia, la guerra puso mayor tensión a una economía de fragilidad. El nuevo orden mundial se puja entre dos bloques. Uno conservador, el otro emergente.
Antes de comenzar a leer, le voy a pedir algo de su tiempo y la paciencia necesaria para leerlo de principio a fin. Como siempre digo, el contexto lo es todo y eso es lo que hay que entender para poder comprender lo que sucede.
En la menor cantidad de palabras, intentaré que comprenda como el mundo se encuentra dividido en bloques económicos, los cuales están en una guerra comercial hace ya más de 10 años y cada vez se militariza más. Pero también dónde queda parada la Argentina frente a obligaciones impuestas poco a poco por un tablero de ajedrez que mueve sus piezas entre 4 a 7 años antes de que sucedan las cosas.
Si encuentra disposición ante ello, le prometo que al menos le dejaré pensando al respecto, aunque no comparta una sola idea conmigo y no tenga concordancia con mis palabras.
La puja por un nuevo orden mundial
Lo que vemos ya pasó hace un tiempo, lo que sucede es que recién estamos empezando a verlo. Nuestros conflictos internos, problemas sociales e incluso personales hacen que perdamos de vista el contexto. Más en tiempos donde la madre informativa hace que no recordemos ni siquiera lo que sucedió hace un par de días.
La batalla comercial y energética: «El acceso a la energía condiciona la soberanía de las naciones, su poder»
La crisis energética propiciada por la invasión de Rusia a Ucrania y las posteriores sanciones (limitación a consumo de crudo y gas ruso) ponen en jaque la economía mundial puesto que las potencias se enfrentan a un desafío ante el cual no estaban preparados.
Por ejemplo, según informa Reymond y Rimbert en «La Batalla energética», Europa contaba hasta febrero de 2022 con una dependencia del 45% del gas ruso y en un 27% del petróleo. Y el conflicto se da, puesto que EEUU, Qatar y Egipto -principales proveedores de gas natural líquido- no tienen suficientes reservas, apara hacer frente a las nuevas demandas. Por acuerdos previos, por lo precipitada de la situación.
Ello da lugar a una batalla energética nivel mundial en un punto donde el consumo de la misma ha llegado a niveles históricos y es vital para mantener el estilo de vida propiciado por la globalización.
La batalla cultural
Detrás de las distintas batallas que presenta este conflicto, está la más compleja, que es la cultural. La que se ha encargado durante casi 100 años de construir el ideario de la guerra fría, pero que -aunque no tiene lugar en la realidad- se vuelve a instalar. Le hablo del famoso «miedo al comunismo». Al comunismo ruso, al comunismo chino. A pesar de que la República Popular de China lleva invertido más de 100.000 millones en infraestructura en Latinoamérica, mostrándose como un fuerte ejemplo de capitalismo de inversión más pujante (al menos puertas hacia fuera).
Pero esa batalla, los hechos no importan, sino las ideas que se logran imponer. Porque si de capitalismo se habla, ya Donald Trump denunciaba la decadencia del mismo en su país, ya que las principales industrias del mismo se había trasladado a Asía para «bajar costos». La batalla cultural que se presenta en el siglo XXI es la de dos hegemonías en disputas. Una la del capitalismo financiero, la otra la del capitalismo de infraestructura. En el medio, se construyen cientos de relatos para convencer y generar detractores de ambos lados. Le aviso que hasta aquí no he realizado un solo juicio de valor, son datos.
¿Dónde queda Argentina?
Golpeada por el mayor endeudamiento de su historia y con compromisos que son impagables -el propio FMI lo admitió en uno de sus informes. Además, el endeudamiento no es solo del Estado, sino que desde 2015 a 2019 la deuda privada de las empresas y de las familias creció de manera descomunal.
Por otra parte, Argentina se enfrenta a procesos inflacionarios con picos históricos producto de su bimonetarismo y su dependencia externa hacia la moneda norteamericana. Divisa que no produce, pero de la cual depende, y hoy aún más debido al endeudamiento. También hay que agregarle que existen procesos internos que no ha podido resolver a lo largo del tiempo que empeoran la situación.
A ello, se le debe sumar una pérdida del poder adquisitivo tan grave que -a pesar de haber recuperado empleo y producción- no puede verse reflejado en la sociedad. En el día a día. En castellano, en la calle lo que se hace no se puede porque la plata no alcanza.
Por si fuera poco, hay que agregar una crisis política de dos índoles. La primera es en base a una oposición que no solo no permite gobernar y genera permanentes sismos para que «Alberto Fernández no termine su mandato», sino que también hay una crisis política en el oficialismo por la manera en que se administra la economía y la política. Es decir, hay una interna oficial.
En otras palabras, la oposición no propone nada y desestabiliza mientras en el oficialismo discuten como hacen para gobernar.
¿Y eso que tiene que ver con esta nota?
Mucho. En el año 2014, la República Federal del Brasil sufrió lo que se denominó como un «golpe blando». Un año después asumiría en Argentina, Mauricio Macri, tras unas elecciones legítimas, pero que estaban cargadas de informaciones falsas para despistar a la sociedad. Poco después asumiría, Bolsonaro en Brasil. Un hombre que no solo reivindicaba los valores de las dictaduras, sino que las expresaba abiertamente.
¿Y eso que tiene que ver? Esos procesos se dieron justo -casualmente- en el momento en el que se discutía el ingreso de Argentina al BRICS(A). Un bloque que cuenta con los principales puertos del mundo y representa al 46% de la población mundial. Suena al menos curioso pensar que fue una casualidad. Como también sería casual que en dicho proceso se creó el Grupo de Lima, que casualmente tenía como principal objetivo propiciar la democracia en Venezuela pero «poniendo a dedo un presidente» mediante intentos de golpes de Estado. Algo similar pasó en Bolivia, donde el golpe de Estado si se llevó a cabo.
¿Pero qué tiene que ver el BRICS(A), con el golpe en Brasil, el triunfo de Macri, Bolsonaro y la conformación del grupo de Lima? Todo. Ya lo informamos cuando sucedió. La geopolítica está en guerra mundial desde 2014 y Latinoamérica – dueña de recursos y energía- es un lugar primordial para el mundo que viene.
No es casual que Bolsonaro sea responsable del mayor proceso de deforestación la historia del Amazonas. Como tampoco es casualidad que Macri haya endeudado al país por 100 años y trajo al FMI de nuevo cuando Argentina descubre Vaca Muerta y cuenta con una de las fuentes de litio más grandes del mundo.
En medio de ese contexto, por estas tierras han sembrado la única herramienta que sirve para no ver lo que muy claro: el odio. Tal y como lo hicieron en los años 60s y 70s. El odio como motor para dividir vuelve a renacer en nuestro país.
Una oportunidad histórica desperdiciada que reaparece en el horizonte
En el medio de todo ello, vamos perdiendo una oportunidad histórica. Cada vez que surge un nuevo orden mundial, surge con este una nueva oportunidad. Pero divididos internamente, con niveles de intolerancia social más que preocupantes y de violencia política no vista en décadas, hemos perdido el rumbo. Tanto político como económico y socialmente.
Sin embargo, la oportunidad sigue vigente por la decadencia del sistema económico a nivel mundial y sus consecuentes incidencias en el resto de los ámbitos sociales. Además, de los recursos únicos que el país posee en medio de lo que algunos denominan como «la peor crisis económica y social de la historia».
El nuevo orden mundial: ¿Dónde queda Argentina?
Argentina, ante semejante contexto, continúa siendo neutral. Se vio como el presidente participó de la Cumbre de la Américas, del G7, de la Cumbre de los BRICS y hasta incluso habló con Putin y Zolonsky de Ucrania. También habló con Biden y Xi Jinping. Pero nuestro país está condicionado. No nos dejan jugar nuestra partida. Y estuvo planeado hace tiempo. En mi parecer, el mejor ejemplo de lo que iba a suceder se vio el 9 de julio de 2016, cuando en una plaza cercada por militares sin un solo presidente latinoamericano y ante el Rey de España, el presidente de ese momento le pidió -literalmente- disculpas por independizarnos. También se vislumbra en los acontecimientos que le siguieron.
¿Qué viene? Es difícil que el horizonte vislumbre un gran Porvenir, cuando la deuda que tenemos es nuestro peor recurso. Si a ello le agregamos el odio como herramienta política, será difícil imaginar un futuro venturoso para nuestro país. Los recursos que necesita el mundo los tenemos, la crisis en Argentina es política y ello profundiza cualquier tipo de problemática. Lo cierto, es que un nuevo orden mundial está a la vuelta de la esquina y todavía no logramos ver cual es.
Fuentes:
– La batalla energética. Mathias Reymond y Pierre Rimbert. Le Monde Diplomatique. Edición 276. Junio 2022. Pag. 24-25.
– El nuevo orden mundial. DW. Reportaje. Julio de 2022.
– Archivo GVT Noticias