Desde la partida de Christine Largathe, el Fondo o FMI se muestra como algo nuevo buscando lavarse la cara. Ahora bien ¿hay un nuevo Fondo Monetario o en el Fondo siempre es lo mismo? ¿Qué sucede en Argentina? ¿Existe alguna oportunidad?
Si uno se pone analizar los inicios de la relación entre el FMI y la Argentina, descubrirá que la misma siempre está cimbrada por definiciones económicas desiguales con intereses que no han llevado al crecimiento real del país. Desde 1956, tras el bombardeo a la plaza de mayo y el golpe de Estado, nuestro país firmó el primer acuerdo.
De esta manera, Entre 1956 y 2006 Argentina firmó un total de 21 acuerdos de condicionalidad fuerte con el FMI. Un Fondo que se disfraza de independiente pero depende de forma directa del Tesoro de los Estados Unidos.
Además de dicha historia relacional, ¿tenemos una oportunidad para negociar? el contexto invita a creer que si. Sobretodo porque desde el FMI, saben que no hicieron las cosas bien… pero el Fondo siempre fue y será el fondo.
El FMI, una historia brillantemente siniestra
El Fondo Monetario Internacional nace en 1944 con el acuerdo de Bretton Woods tras la segunda guerra mundial. Un acuerdo que Argentina se negó a firmar. Es más, nuestro país no ingresó al FMI sino hasta luego del golpe de Estado contra Perón bajo la autodenominada «Revolución Libertadora» quien -paradójicamente- generaría una dependencia a través de la toma de una deuda que terminaría de pagar Néstor Kirchner recién en 2006.
La historia de las relaciones entre Argentina con Estados Unidos siempre han sido ásperas. Mucho antes de la firma de Bretton Woods, en 1889, Roque Saenz Peña denunciaba que el proyecto presentado por el secretario de Estado, James G. Blaine «quería convertir en vasallos» de Estados Unidos a los demás Estados americanos. Todo en una cumbre de supuesta integración continental. Quizás el primer ALCA o TLCAN, tratados de libre comercio donde el norte siempre se beneficiaba.
Al muy curioso es que el FMI recibe directrices directas desde el gobierno de Estados Unidos. ¿Cómo? Según resalta Oscar Ugarteche en su artículo «¿Cambio el FMI?» (1):
Sucede que el FMI, así como las demás instituciones financieras internacionales, reciben «linea», es decir definen sus políticas hacia los piases, a partir de las instrucciones del Subcomité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes sobre la Seguridad Nacional, Desarrollo Internacional y Política Monetaria, que a su vez es un Subcomité del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Este subcomité cruza los temas de seguridad nacional con los de política monetaria y recomendaciones a los organismo financieros internacionales. Y articula su trabajo con la Oficina de Asuntos Internacionales del Tesoro, bajo las ordenes del subsecretario del Tesoro. El representante de Estados Unidos en el FMI, como ocurre con todos los paises del G7, es el secretario del Tesoro.
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Básicamente, lo que dice la investigación de Ugarteche es que el FMI depende directamente del Tesoro de los EE.UU.
Tropezando siempre con el mismo pozo
Desde el primer prestamo de Prebisch en 1956, Argentina entra en un grupo de 18 países del continente latinoamericano que tomarán un total de 54 prestamos hasta 1961. De esta manera, dichas economías comienza a implementar las medidas que impone el organismo para efectuar los pagos. En el caso de Argentina, firmó un total de 5 acuerdos entre 1958 y 1962.
Entre finales de los 60´s e inicios 70´s, la reglas del Fondo cambiario y se volvieron más intrusorias. Es decir, comenzaron a tomar decisiones directas sobre los países donde se tomaban pasivos de capital. Entre 1969 y 1986, Argentina firmaría 15 nuevos acuerdos con el FMI bajo la nueva modalidad de «Stand By» o «acuerdos que depende de»… de como se apliquen las famosas recetas.
En 1976, José Alfredo Martínez de Hoz (ministro de Economía durante la dictadura militar) tomaba el préstamo más grande de la historia del mundo hasta ese momento. Un total de 942 millones, inaugurando formalmente el proceso neoliberal en la Argentina.
Durante el menemismo, entre 1992 a 1999, se tomó un total de deuda de más de USD 100.000 millones de dólares. No solo con el FMI, sino con distintos organismos Casi un tercio de la deuda total actual de la Nación. La convertibilidad forzada y la devaluación de Brasil llevaría a una salida dura y con una gran fuga de capitales del «uno a uno».
En diciembre de 2001, tras realizar acuerdo con Fernando De la Rúa, el FMI decide que no le prestará más dinero retirando su apoyo. Pocos días después el país entró en default.
En 2006, tras medio siglo de recetas y endeudamientos que llevaban a tomar más deuda, Néstor Carlos Kirchner paga la totalidad de la Deuda Externa de Argentina tanto con el FMI como con el Club de París. De esta manera, pagando USD 9.810 millones, iniciaba un nuevo camino.
Revolución de la alegría: «no vamos a volver al Fondo»
Durante el mandato de Mauricio Macri, la deuda externa creció de manera vertiginosa en tan solo dos años de gobierno. Incluso logró el premio de «la locura del siglo» tras tomar Deuda por 100 años. En dicho proceso, negoció con el FMI el prestamo Stand By más grande de la historia de un país con el organismo por un total de USD 57.000 millones. Oscar Ugarteche en su artículo «¿Cambio el FMI?» (1), remarca:
El gobierno le pedía al Fondo asistencia para la solución de un problema fabricado por la política económica que había aplicado. No es de extrañar que, en simultaneo, los depósitos en dólares en el exterior de los argentinos sumaban USD 40.425 millones a fines de junio del 2020, según el Banco de Pagos Internacionales. Esta es la situación con la que se encontró el gobierno de Alberto Fernández cuando llegó al poder.
Un Fondo que no cumplió ni sus propias reglas y la carta de Senadores de la República Argentina
Durante los primeros días de noviembre de 2020, la comitiva del FMI viajó a la Argentina para comenzar el proceso de reestructuración de deuda de un prestamos que tiene los papeles muy fuera de las reglas. Es que el mismo no cumplió con lo que establece la Constitución Nacional debe aprobarse en el Congreso. La mismas fue tomada mediante un decreto.
La investigación de Juan Alonso sostenía en noviembre de 2019:
Gran parte de la deuda externa con el FMI no cumplió con los pasos legales necesarios. No hubo informes administrativos analizando la balanza de pagos ni decreto del PEN que la autorizara, además de evitar el Congreso. Esto abre la puerta a realizar juicios contra el patrimonio personal del presidente Mauricio Macri y su equipo económico (…) Cada ciudadano debía hasta octubre un promedio de 6.310 dólares.
Fue tan insólito y cargado de perdida de soberanía que el primer pago de dicho préstamo llegó a la Argentina el día de la Bandera.
Frente a esta situación y en el inicio inminente de las negociaciones, un grupo de senadores y senadores escribió una fuerte carta alegando que el préstamo era “con fines políticos” para financiar la campaña electoral de Mauricio Macri. Algo que está explicitamente prohibido dentro del estatuto del Fondo. Además, la sustentabilidad y garantías de pago tampoco estaban garantizadas por parte del país acreedor.
En otras palabras, hay pruebas explicitas que indican que el Fondo financió la campaña de Macri (“injerencia política” en Argentina) y «no estaban dadas las condiciones para continuar con los desembolsos, habida cuenta del incumplimiento del Artículo VI».
Es decir, el propio Fondo sabe que no hicieron las cosas bien. Dentro de un extensa carta con 44 puntos, ponen de relevancia:
Estas suposiciones no solo están basadas en noticias periodísticas que dan cuenta de las pretensiones del Presidente de los EEUU, Donald Trump, de ayudar al entonces gobierno de la Argentina para que Mauricio Macri pudiera ser reelecto; sino que además se sostienen por la información brindada por Mauricio Claver-Carone, quien reveló este entramado durante una teleconferencia del Consejo Chileno para las Relaciones Internacionales (CCRI) realizada el pasado 22 de julio, donde afirmó que el presidente de los EEUU solicitó al FMI el otorgamiento de un préstamo por 55.000 millones de dólares a la Argentina, con el fin de que Mauricio Macri ganara las elecciones, ya que lo consideraba un aliado estratégico.
(…) Por lo tanto, sería necesario que el Fondo confirme o desmienta categóricamente estas apreciaciones, puesto que estaríamos ante un antecedente gravísimo de injerencia e influencia del FMI para que un determinado sector político obtuviese el triunfo en las elecciones pasadas (…)
Un Fondo que se «lava la cara» y una oportunidad para Argentina…
Las inconsistencias legales tanto dentro de la Constitución Nacional de nuestro país como dentro de lo que estipula el Estatuto Constitutivo del Fondo Monetario Internacional, abren una puerta a una oportunidad. Además, desde el propio FMI, tras lo sucedido en España, Grecia, Turquía y -ahora- en Argentina, buscan lavarse la cara. Y ello, abre las puertas a que Argentina -por segunda vez en su historia- pueda presentar su propio programa de salida de la crisis.
Sin embargo, tal como resalta Oscar Ugarteche: «Sin embargo, lava la cara no es igual a cambiar la esencia de las políticas. Hay cosas que se mantienen intactas. La relación del FMI con el Tesoro estadounidense (…) es la misma de siempre (…) Una cosa es enfrentar la crisis por la pandemia del Covid-19 con una economía sólida y aplicar políticas contracíclicas, y otra es introducir políticas de este tipo en medio de un problema inflacionario. Si Argentina diseña su propio programa de salida de la crisis y reducción de la inflación, y si este plan es aceptado por el FMI, habrá logrado un triunfo importante. Considerando la historia del FMI, hay una oportunidad.
Fuentes:
(2) «No volvamos al Fondo». El día que Nicolás Dujovne analizó el retornó al FMI.
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