El arte de pensar se encuentra en serio peligro. A lo largo y ancho del planeta, debemos entender que lo importante no es qué se dice, sino cómo se dice. Y sobretodo quién lo dice para entender por qué lo dice.
Les invito a reflexionar sobre un conflicto que nos carcome como sociedad. Uno que está atacando los cimientos mismos de nuestras estructuras. El poder de la palabra como constructor de conocimiento está en peligro. El arte de pensar se desmorona en un sinfín de acciones cotidianas en la que todos formamos parte y somos responsables.
Estamos construyendo un mundo que va perdiendo la complejidad, basados en el principio del «simplismo posmoderno» y con ello vamos perdiendo la capacidad más humana de este planeta: la de pensar.
No solo razón, sino realmente comprender lo que sucede, lo que nos pasa como individuos, como grupos, como sociedad. Son múltiples los factores que dan contexto a este punto oscuro de la humanidad.
La escritora italiana Andrea Marcolongo (*) brindó una entrevista elcultural.com, donde pone de relieve temas muy relevantes para nuestra actualidad. Como valores sociales, libertad de opinión, uso del lenguaje, el valor de las palabras, el accionar social, entre otros.
En ella, llega a dos conclusiones que suenan fuerte, pero que están cargadas de una verdad que asusta.
«La ignorancia se ha convertido en un valor social»
(Andrea Marcolongo)
Por un lado, sostiene que «La ignorancia se ha convertido en un valor social» puesto que «cuanto más ignorante, vulgar, cuanto menos cuidada sea tu manera de hablar, estás más de moda y eres más aceptado». Ello conlleva a una perdida de respeto por el conocimiento en si.
Y como resultado directo de este accionar que se repite en todo el mundo, «Ahora, de la libertad de opinión se ha pasado a la dictadura de la opinión. Todos quieren imponer una opinión, sin tener ninguna competencia para ello». El mejor ejemplo es el de la pandemia, la palabra de los especialistas en la salud y las opiniones de miles de personas que les contradicen sin ningún argumento pero que si logran mayor relevancia cuantitativa. En otra palabras, no solo les contradicen sino que se hacen escuchar más.
«Ahora, de la libertad de opinión se ha pasado a la dictadura de la opinión. Todos quieren imponer una opinión, sin tener ninguna competencia para ello»
(Andrea Marcolongo) .
Al respecto, Marcolongo analiza: «Vuelvo a la pandemia. Hace dos generaciones, nadie que no fuera médico se atrevería a decir a un doctor que no tenía razón en un asunto sanitario. Ahora, de la libertad de opinión se ha pasado a la dictadura de la opinión. Todos quieren imponer una opinión, sin tener ninguna competencia para ello».
Frente al concepto de libertad sostiene que «no es anarquía, no es decir: “Ahora hago lo que quiero porque soy el más fuerte”. Libertad es el derecho de elegir dónde quieres a estar. Utilizar “libertad” para oponerse a otra cosa o a otros, es negar eso y no puede ser. La libertad es el derecho y el deber de elegir».
En este peligroso juego del valor de las palabras y su consecuente valor social, remarca que es «un signo de la fragilidad de la manera de pensar de (…) época».
El arte de pensar se encuentra en serio peligro y somos responsables de ello
Pensar es un ejercicio sano que principalmente nos ayuda a comprender lo distinto, al que piensa distinto. Sin embargo, con la cultura de la cancelación, la dictadura de la opinión y la construcción de un conocimiento fugaz y efímero, toda la complejidad que el pensamiento demanda parece esfumarse. El arte de pensar se encuentra en serio peligro frente a una cultura fugaz e insensata; y somos responsables de ello. Todos y todas.
En este contexto, se crea un lugar ideal para que los discursos de odio se cultiven y den frutos. Unos frutos que terminan consumiendo lo más básico de nuestra sociedad. El médico pierde jerarquía como tal frente un ignomio ser que vaya a saber porque comenta, publica y difunde una información completamente falsa. El médico es silenciado y el ignorante difundido.
No hay pensamiento posible sin argumentos, sin investigaciones y mucho menos sin el recuperar valores simples como el de libertad (como tal no como un mezquino capricho individual).
“Las palabras son la primerísima forma de democracia (…) Quien intenta controlar el lenguaje es fascista, es lo primero que intentan los regímenes autoritarios».
(Andrea Marcolongo) .
Fuentes: El cultural.com / penguinlibros.com / El Salto Diario
Fotos: TheDigitalArtist / Pixabay
(*) Andrea Marcolongo (Milán, 1987), escritora y periodista, es licenciada en Letras Clásicas por la Universidad de Milán. Es autora del fenómeno literario La lengua de los dioses (Taurus, 2017), de La medida de los héroes (Taurus, 2019) y de La lezione di Enea (Laterza, 2020, de próxima publicación por Taurus).APORTAR en GVT Noticias